El Jardín del Silencio
En las afueras de una pequeña aldea, vivía un monje llamado Yuki en una modesta cabaña. Su jardín era famoso por su belleza y tranquilidad, y muchos viajeros se desviaban de su camino para contemplarlo.
Un día, un rico mercader visitó a Yuki y quedó maravillado por la serenidad del jardín.
"Maestro Yuki", dijo el mercader, "nunca he visto un jardín tan hermoso. ¿Cuál es tu secreto?"
Yuki sonrió y respondió: "No hay secreto. El jardín se cuida solo".
El mercader, incrédulo, insistió: "Pero debe haber algún truco. Te pagaré una fortuna si me lo enseñas".
Yuki negó con la cabeza y dijo: "No puedo venderte lo que ya es tuyo".
Confundido y frustrado, el mercader se marchó, pero regresó al día siguiente con una oferta aún mayor. Yuki lo invitó a sentarse en el jardín.
"Cierra los ojos y escucha", le indicó Yuki.
El mercader obedeció. Al principio, solo oía su propia respiración agitada. Poco a poco, comenzó a percibir el susurro de las hojas, el canto de los pájaros, el murmullo de un arroyo cercano.
Después de un largo rato, Yuki habló suavemente: "¿Lo entiendes ahora?"
El mercader abrió los ojos, maravillado. "Creo que sí", respondió. "El jardín siempre ha estado aquí, ¿verdad? Solo necesitaba aprender a escucharlo".
Yuki asintió. "El jardín del silencio florece en cada uno de nosotros. Solo necesitamos detenernos y prestar atención".