La naturaleza de las cosas

En la época en que Yaoshan Weiyan todavía enseñaba, Rikoh, gobernador de Ho-shu y gran confuciano, visitó a Yaoshan, a quien admiraba mucho.

Yaoshan estaba leyendo el Sutra cuando un monje hizo entrar a Rikoh en la habitación del maestro. Yaoshan no levantó los ojos para mirar al gobernador, parecía absorto en su lectura. Al cabo de un momento, Rikoh, que tenía un carácter colérico, no lo aguantó más y dijo malhumorado:

—Vale más oír tu nombre que ver tu rostro —y se incorporó para marcharse.

Entonces, Yaoshan dijo:

—¿Por qué respetas el oído y desprecias los ojos?

Rikoh juntó las manos y se inclinó.

—¿Tendrías la gentileza de decirme qué es el Tao? —preguntó.

Yaoshan levantó y bajó inmediatamente las manos, y dijo:

—¿Comprendes?

Rikoh respondió que no.

—¡Las nubes están en el cielo, el agua está en el pozo! —gritó Yaoshan.

Rikoh comprendió súbitamente y sintió que le invadía una gran alegría. Se inclinó y ofreció a Yaoshan el siguiente poema:

Forma perfecta se parece a la forma del cráneo. Bajo los miles de pinos, la vía de los dos polos. Pregunto qué es el Tao: no hay discusiones inútiles. ¡Las nubes están en el cielo, el agua está en el pozo!