La piedra que no quería moverse

Un discípulo intentaba mover una gran piedra para despejar el camino del jardín. Empujó con todas sus fuerzas, pero no se movió ni un dedo.

—Maestro —dijo, jadeando—, la piedra no quiere moverse.

El maestro la miró, dio un rodeo y continuó su camino por el otro lado.

—Listo, ya está movida —dijo.

El discípulo se quedó mirándolo, y por un momento no supo si reír o seguir empujando.

En "La piedra que no quería moverse", un maestro zen enseña a su discípulo que no todos los problemas se resuelven con fuerza, sino encontrando un nuevo punto de vista.

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