El maestro y el reloj
Un discípulo preguntó al maestro:
—¿Cuánto falta para que alcance la iluminación?
—Diez años —respondió el maestro.
—¿Y si me esfuerzo el doble? —insistió el discípulo.
—Entonces veinte.
El discípulo frunció el ceño.
—¿Cómo es posible?
—Cuando estás mirando el reloj, el tiempo nunca pasa más rápido —dijo el maestro.
En "El maestro y el reloj", un discípulo impaciente aprende de forma irónica que la prisa no adelanta el tiempo, en una breve enseñanza zen sobre la paciencia y la espera.
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