La enseñanza de las flores

Rikyu, el fundador de la ceremonia del té de la escuela de Chanoyu, recibió un día, de parte del jefe del templo vecino de Daitoku-ji, unas flores muy bellas como regalo.

Un joven monje se las trajo pero, justo delante de la sala del té, se le cayeron al suelo. Todos los pétalos se esparcieron, no quedando más que tallos. El joven monje, turbado, se excusó.

—Entra en la sala de té —le solicitó Rikyu.

Delante del pequeño espacio decorado, Rikyu colocó un jarro para arreglos florales que estaba vacío. Luego, clavó los tallos de las flores en él y sobre el tatami, alrededor del jarro, distribuyó los pétalos. Era un adorno muy bello, natural y simple.

Rikyu dijo entonces al pequeño monje:

—Cuando me has traído las flores, eran shiki: Shiki soku ze shiki (el fenómeno es el fenómeno). Al caer, se han convertido en Ku (Nada), ya no eran flores: Shiki soku ze ku (el fenómeno es Nada). Según el sentido común, habrían podido quedarse Ku Soku ze ku, Ku es Ku (Nada es Nada).