El chino feliz
Cualquiera que recorra los barrios chinos de ciertas ciudades de Estados Unidos, observará unas estatuas de un individuo robusto que acarrea sobre sus espaldas un saco de lino. Los mercaderes chinos le llaman el Chino Feliz o el Buda Risueño.
Este personaje, Hotei, vivió en la época de la dinastía T’ang. No deseaba que le llamaran maestro de zen ni tener muchos discípulos a su alrededor. Recorría las calles con un gran saco que contenía caramelos, frutas o rosquillas, los cuales regalaba a los niños que le rodeaban para jugar. Estableció un jardín de infancia de las calles.
Cada vez que se encontraba con un devoto del zen, extendía la mano y decía:
–Dame una moneda.
Y si alguien le pedía que regresara a un templo para enseñar a otros, volvía a decir:
–Dame una moneda.
En cierta ocasión, cuando se dedicaba a aquella mezcla de diversión y trabajo, otro maestro zen se acercó a él y le preguntó:
–¿Cuál es el significado del zen?
Hotei le dio una respuesta silenciosa, dejando caer su saco al suelo.
–¿En qué consiste entonces la realización del zen? –le preguntó el otro.
El Chino Feliz se echó en seguida el saco al hombro y reanudó su camino.