El receptáculo perfecto

Hôtan escuchaba la enseñanza de un maestro. La primera vez, la asistencia era numerosa, pero poco a poco, a lo largo de los días que siguieron, el local se vació. Un día, finalmente, Hôtan estuvo solo en la sala con el maestro. Este le dijo:

—No puedo dar una disertación sólo para ti, y además estoy cansado.

Hôtan prometió volver al día siguiente con mucha gente. Pero al día siguiente acudió solo. Sin embargo, dijo al maestro:

—Puedes dar tu conferencia hoy, he traído una compañía numerosa.

Hôtan había llevado unas pequeñas muñecas que había instalado en la sala. El maestro le dijo:

—¡Pero si no son más que muñecas!

—En efecto —le respondió Hôtan—; pero todos los que han venido aquí no valen más que estas muñecas, no comprenden nada de tu enseñanza. Sólo yo he comprendido su profundidad y su verdad. Aunque hubiesen venido muchas personas, no serían más que rellenos, ornamentos, vacío sin fondo.

En la narrativa, Hôtan, un oyente dedicado, se encuentra solo escuchando al maestro zen después de que el público se disipara con el tiempo. Al enfrentar la renuencia del maestro a enseñar solo a él, Hôtan trae muñecas como audiencia para ilustrar que solo él valora y comprende la enseñanza del maestro, mientras que los demás asistentes eran igual de vacíos en comprensión como las muñecas, resaltando la importancia de la calidad sobre la cantidad en la búsqueda del entendimiento zen.