El pincel del viejo pintor
En un pequeño pueblo junto a la montaña vivía un anciano pintor conocido por sus paisajes serenos. Un día, un joven artista viajó desde muy lejos para pedirle que le enseñara.
—Maestro —dijo el joven—, quiero aprender a pintar como usted. ¿Cuál es su secreto?
El viejo sonrió, tomó un pincel gastado y lo puso en manos del joven.
—Pinta con esto.
El joven pasó toda la mañana intentando reproducir los trazos del maestro, pero sus líneas salían torpes y sin vida. Frustrado, preguntó:
—¿Me engañó? Este pincel está viejo y desigual.
El maestro tomó el pincel, lo mojó en tinta y, con un solo movimiento, trazó un bambú que parecía inclinarse con la brisa.
—El bambú no sabe si el pincel es nuevo o viejo —dijo—. Solo responde al corazón que lo pinta.
El joven guardó silencio.
Ese día comprendió que lo que buscaba no estaba en el pincel… sino en él.
En "El pincel del viejo pintor", un joven artista descubre que la maestría no está en las herramientas, sino en la mente y el corazón de quien las utiliza, aprendiendo una lección zen sobre la verdadera fuente del arte.
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